lunes, 26 de septiembre de 2011

Impresiones de un primer día

Pues como bien ya sabréis, hoy ha comenzado el curso, el último curso. Nada que decir acerca de que el horario apuesto a que acabará conmigo de aquí a dos semanas; creo que quien lo pasará peor será mi tracto gastrointestinal, sobre todo en su porción "gastro", porque salir todos los días a las 15 h y llegar a casa cerca de las 15:30 h, no puede ser bueno... Pero independientemente de eso, a lo que me terminaré haciendo (claro está, si no termino escapándome antes de tiempo, no me regañéis) el curso ha empezado tal y como se esperaba, lleno de reencuentros y con un airecillo de nostalgia flotando en el ambiente de pensar que es el último año.
El día ha comenzado con Medicina Familiar y Comunitaria. La asignatura, me temo, que no ha comenzado demasiado bien; una hora comentando las diferencias entre los antiguos Ambulatorios y los nuevos Centros de Salud...no da demasiado de si; puede que también influya el hecho de que no sea una especialidad santo de mi devoción (no por ello le quito importancia eh, ¡qué conste!
¿Lo peor del día? 4 largas horas sin hacer nada, pertenecientes al horario de prácticas, en las que como aún no tenemos, pues ha sido de perder un poco el tiempo, aunque hoy ha merecido la pena, había mucho que contar del largo verano que hemos dejado atrás.
El día ha continuado con la clase de Medicina Legal y Forense, de nuevo, al igual que la primera de la mañana, muy poco práctica, sobre la Constitución española y su relación con la asistencia sanitaria... ¿impone verdad? Me he dado cuenta que hice bien en su día descartando derecho, algo es algo. Legal es la famosa asignatura de la carrera a la que uno teme desde casi antes de entrar. Todo el mundo en la carrera habla de ella, se le tiene miedo, más que a la misma, al profesorado. Parece ser que éste último ha cambiado (bueno, solo su catedrático, que ya no está), y ha decir verdad, tampoco nos la han pintado tan mal hoy; no se si fiarme de un profesor que le pregunta a sus alumnos qué no quieren que les pregunten en el examen. De momento, habrá que andar con pies de plomo y seguir guardándole el mismo respeto que hasta ahora.
Y hemos finalizado con una presentación exprés de Oncología: método de examen, bloques de la asignatura, prácticas...y hala, a casita. Así que por ser el primer día, salir a las 14:15, no podemos quejarnos.
Y eso es todo, día largo, aunque a mi parecer, poco aprovechado. El lunes comienzan las prácticas (por fin pasamos de la RCP básica a la avanzada, todo un logro); esperemos que con éstas ocupando la gran parte de día, éste sea más provechoso. De momento, habrá que alargar y alargar los desayunos con mis compañeros, que la verdad, tampoco está pero que nada mal.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Se acabaron los días de no hacer nada

Si, se acabaron, porque acaban mis últimas vacaciones en mucho tiempo. Mañana la vuelta al cole comenzará nada menos que a las 6 de la mañana, cuando tenga que abrir los ojitos y levantarme. Mañana comienza un nuevo curso, un curso que se prevé duro, no solo por el estudio, sino por las prácticas (que ayer las vi y me eché a temblar) y sobre todo, por la presión de la que se avecina, reflejado en los sábados de academia MIR. Creo que pasará mucho tiempo hasta volver a tener uno de esos días en los que piensas "¿qué hago? me aburro de no hacer nada". Espero que hayamos cogido muchas fuerzas en este período estival y sobre todo, que tengamos muchas ganas. Ya habrá tiempo de descansar.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Ya, ¡si que si!

Por fin, después del caos de matrícula que ha habido este año, tengo todos mis papeles en regla, ya no me siento una "sin papales", académicamente hablando. Y es que las aplicaciones informáticas de mi querida universidad no son lo que podríamos calificar como demasiado eficientes/eficaces. Este año, por ser el último, con los consiguientes nervios que eso acarrea, y que ya comenté en una entrada anterior, la gran aplicación de automatrícula no daba la elección de elegir grupo, tan solo mostraba plazas libres en un determinado hospital, que evidentemente, no era el mio (¿por qué voy a tener yo suerte por una vez en la vida?). Así que entregué la semana pasada la matrícula con el grupo que no era el mío, y ellos en varios días, me lo han cambiado, por lo que he tenido que ir hoy de nuevo a firmar la nueva hoja de pago, ya con el grupo cambiado, ¡por fin!. ¿El problema? Pues tener que ir 2 veces y aguantar una cola de 1 hora cada día...pero bueno, pensemos que es la última, ya no hay más trámites, ya estoy en mi grupo, en mi hospital, y en mi último año de carrera. ¿Será la próxima cola para la expedición del título?

viernes, 16 de septiembre de 2011

¿Y en qué te vas a especializar?

Debo reconocer, que mis intenciones al comenzar esta carrera, e incluso en los años previos, distaban mucho a mis actuales pensamientos. Mi idea del médico era siempre vista desde fuera, desde la posición de paciente, del acompañante o del mero visitante. Mis contactos con la medicina (¡y esto lo digo refiriéndome incluso a los dos primeros años de carrera!) se limitaban a visitar muy de vez en cuando una sala de espera abarrotada de pacientes más o menos educados, más o menos pulcros, más o menos amables; veía la figura del médico siempre con admiración, pero la del paciente con cierto temor. Y todo eso, sin añadir el impacto de las múltiples noticias sobre agresiones, demandas y supuestas negligencias médicas que nos bombardean día si y día no en medios de comunicación. Así que, sí, comencé la carrera con la idea de ser médico forense, argumentando siempre que “por lo menos los muertos, no dan tantos problemas como los vivos” o “quejarse, no van a quejarse”.
Pero a medida que han ido pasando los años, he comenzado a ver esa figura del paciente desde otros ojos, detrás de una bata blanca, o mejor dicho, dentro. Comencé en 3º a tener los primeros contactos con el paciente, con sus familiares, con el sufrimiento, con la incertidumbre; todo ello, desde el otro lado; y eso que no puedo decir que mis prácticas en tercer curso fueran gran cosa. Fue entonces cuando deseché la idea de dedicar mi vida a las autopsias, y empecé a plantearme la de dedicarme al paciente que se queja, al que sufre, al que da “problemas”, al que si que tiene esperanzas aún. Pero en ese momento, empezó esa gran duda que todos, o la gran mayoría tenemos: ¿qué especialidad?
Cuando me preguntan que a qué me dedico, o qué estudio, y contesto que medicina, automáticamente me preguntan ¿y te vas a especializar? Que después de llevar alrededor de 3 años contestando que hoy en día todos, o casi todos los médicos tienen que especializarse, y te adelantas a la siguiente pregunta respondiendo “incluso los médicos de familia” (día a día veo que la gente sigue sin valorar a estos Licenciados en Medicina y especializados en Medicina Familiar y Comunitaria), llega un momento en el que te limitas a decir, “ si, si, me voy a especializar”; bueno, pues, mi respuesta siempre ha sido la misma: uhm, pues aún no sé, me gustan tantas...  Pero el problema de que me gusten tantas, es que a todas les veo sus pequeños defectos, y la balanza sigue sin decantarse.
A lo largo de mis rotaciones en prácticas, he conocido médicos que siempre han querido ser cirujanos; internistas, que siempre han querido ser “médicos” puros; y yo me he visto inmersa entre ambos. De medicina interna (infeccioso), a ginecología; de ginecología, a ORL; de ORL, a máxilo; de máxilo, a derma; de derma, a trauma; y cirugía cardiovascular, y angiografía y cirugía vascular, y urología, y de nuevo ORL, y otra vez derma... De momento parece que me voy centrando en el área quirúrgica, ¿no lo parece?
Y lo cierto es que cada vez veo más cerca el momento, ese momento del que todos hablan en el que pulsas un botón y marcas tu vida. Yo de momento me quedo con ORL (ya contaré en otra entrada el porqué), con cierto temor, eso sí, de que mis dedos no sean lo suficientemente hábiles o de que mi tensión no aguante las largas horas de pie en quirófano, pero con muchas ganas de, al menos, intentarlo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Pues tampoco ha tardado tanto...



Llevaba varias semanas, y si me apuran, incluso meses, deseosa de que llegara este día, aunque eso supusiese haber pasado el verano, las vacaciones y que solo queden 17 días para volver a empezar. Pero el día de hoy supone, para mí, una simple estudiante de medicina con mucha ilusión y ganas, un antes y un después. Sí, ambas a la vez. Supone el comienzo de un nuevo curso, no formalmente, pero si administrativamente hablando; supone el inicio de un curso que cierra no solo un ciclo, sino toda una carrera. Pero también supone el inicio de una etapa posterior, esa etapa a la que todos tanto tememos, aunque a la vez, esperamos con tantas ganas. Yo la considero una relación amor-odio, aunque estoy seguro que lo primero gana por goleada, aún cuando en momentos de agobio y flaqueza todos nos hayamos planteado la idea de “ay, quién me mandaría a mi a meterme en medicina”, “¿por qué no haría yo enfermería, que eran 3 años solamente?”, etc., etc.
Bueno, la cuestión es que hoy estoy especialmente feliz, he hecho por fin la última matrícula de la carrera (si Dios quiere, y no pasa nada extraño); he podido marcar todas y cada una de las asignaturas que faltaban para completar el plan de estudio. Debo reconocer que he pasado varios días metiéndome en mi expediente, asegurándome del número exacto de créditos que me faltaban, las asignaturas que tenía que coger, haciendo cálculos, incluso apuntando en un papel cada asignaturas con sus respectivos créditos, calculadora en mano. Si, la verdad es que a veces me ronda el espíritu TOC con ganas de poseerme, creo que algunas veces, incluso lo consigue. Pero la cuestión, es que hoy tenía que tenerlo todo seguro y bien seguro.  
Como bien digo en el título de esta entrada, 6 años de carrera han pasado más rápido de lo que pensaba, aunque en ciertos momento los días, semanas y meses se hicieran interminables; al fin y al cabo, como bien dijese Jorge Manrique “cualquier tiempo pasado fue mejor”, y con el paso de los años, no te acuerdas de los agobios pre-patología general o pre-farma, sino de que terminaste 3º hace ya ¡2 años! Aún me acuerdo de aquella novatilla de primer año, que cuando iba a copistería y veía a algún compi mayor pedir apuntes de 4º, 5º,  y ya ni te cuento de 6º, lo miraba y pensaba “Dios mío, en 5º de carrera, y yo empezando primero, qué envidia, que ya casi está terminando”. Y mirad lo rápido que ha pasado el tiempo, que ahora soy yo la que casi está terminando. Nunca he dudado acerca del ya mencionado verso de Manrique, pero estoy segura, que en nuestro caso, lo mejor está por llegar; creo firmemente que ha empezado hoy...

sábado, 3 de septiembre de 2011

Hiperhidrosis: ¿pero tanto te sudan?

Esta vez, y ya que voy dominando esto del blog (le voy cogiendo el gustillo, oye), quiero hablaros de algo que muchos conoceréis, aunque pocos padecen (afortunadamente), pero que a mí si que me ha tocado en esa lotería tan aleatoria y encomendada al azar a la que se someten los genes: la hiperhidrosis.
La hiperhidrosis no es más que la producción excesiva de sudor por parte de nuestras glándulas sudoríparas debido a un fallo en el sistema de regulación de éstas (sí, el famoso sistema nervioso simpático). Hasta aquí todos podréis pensar, "bueno, el sudor al fin y al cabo es un mecanismo más para regular la homeostasis o equilibrio interno del cuerpo, refrigerándolo". Si, estáis totalmente en lo cierto. El problema aparece cuando este equilibrio se rompe en alguna de sus partes debido a una excesiva producción del mismo, y no hablo solo del plano orgánico, sino más bien, del psíquico y social (al fin de cuentas la OMS sigue reconociendo las tres dimensiones como partes formadoras de la salud).

No se si entre los que leéis esto, habrá quien conozca a alguien afectado por ésta, a priori, banal afección (tampoco quiero llamarlo enfermedad o patología). Si es así, ya conoceréis un poco de qué va el tema; si no es así, estáis de suerte, acabáis de conocer a una que forma parte de ese 3% de la población que padece Hiperhidrosis Primaria (lo de suerte, lo digo con un tonito claramente irónico).

No os voy a contar mucho más acerca de la regulación neurohormonal en la producción de sudor ni tampoco voy a hablaros de las distintas patologías que pueden ocasionarlo (que gracias a Dios, creo que no padezco ninguna, por eso me englobo dentro de los casos de Hiperhidrosis Primaria). Lo que si os contaré es cómo vive alguien que día tras día y hora tras hora tiene sus manitas mojadas (los pies también, pero bueno, supongo que eso puede disimularse más fácilmente no usando sandalias de ningún tipo, ni zapatillas de tela, ni calzado que tenga algún componente sintético... ¿que qué me pongo entonces?...).

Bien, imagináos en vuestra labor diaria como médicos o estudiantes de medicina. Llegas al servicio donde te han tocado las prácticas o donde ejerces, estás un rato en el despacho hablando con los médicos y residentes, echándole un vistazo a las historias y et voilá, tus manitas empiezan a sudar, así, como quien no quiere la cosa y sin motivo aparente. Simplemente estás sentada leyendo historias clínicas. Entonces metes tu mano derecha en el bolsillo de tu bata y coges ese paquete de pañuelos que te acompaña a todos lados (no el mismo, evidentemente, cada día uno distinto, porque sí, gasto uno aproximadamente todos los días), sacas uno y secas tus manitas con disimulo, para que no te miren como un bicho raro (¿qué escrupulosa es esta chiquilla no?  Y llega el momento de pasar planta, de ver a los pacientes. Acompañas a tu médico con el que ya llevas 2 semanas (es decir, el factor nervios ya ha dejado de influir) y te dispones a ver uno por uno cada paciente ingresado. Tu médico habla con el paciente, lo explora y a continuación emite la ya tan conocida frase: "venga, ahora tú". Es ahí, cuando surge el problema, cuando debes avisar al paciente de que tienes las manos muy frías (quitándole importancia, con una sonrisita en la cara), porque sino la contracción de abdomen es monumental, y un tanto mojadas (eso te lo callas, claro está). Aparece un sentimiento de vergüenza, bochorno y apuro por que le estás dejando la barriga al pobre hombre o la pobre mujer, un tanto...empapada. Gracias a Dios, la mayoría no dice nada...de momento.

Vale, hasta aquí algo que es molesto e incómodo, pero que no impide realizar una buena labor como médico. ¿Y si entramos a quirófano? ¿Sabéis lo que es quitarse un guante de quirófano totalmente encharcado por dentro? Si, si, cada uno de los deditos de goma con un charquito en su interior de aproximadamente 2 cms de altura (aún me acuerdo de las caras de mis compañeras en las prácticas de patología general de 3º cuando lo vieron). ¿Y si escribimos una historia clínica? Los que me conocéis me habréis podido ver escribir casi siempre con un folio doblado encima del folio limpio, para guarrear uno y no el otro (en los exámenes este truco no funciona, hay que tirar de pañuelos, siempre los pañuelos). Y fuera del hospital, ¿cómo os miran las/os abuelitas/os cuando vas sentado en el bus y ellos se montan? Con solo un cruce de miradas te hacen sentir tan mal que te levantas al instante para cederles tu asiento... pero, ¿y si al levantarte estuvieras poniendo en peligro tu propia integridad física porque agarrarte de forma segura a una de las barras es misión imposible? (ya imaginaréis el motivo, esa gotita de sudor que cae por tu muñeca y tu antebrazo y que t apresuras a secar lo más rápidamente posible; si caen gotitas, imaginad cómo está la mano). Conclusión, te quedas sentadita e intentas mostrar atención al paisaje, evitando cruzar la mirada con ancianitos deseosos de tu asiento, aunque te sientas una horrible persona tras haber pasado 4 horas sentada en un aula de medicina.

¿Anécdotas? Todas las que queráis y más todavía. Pero a lo que quiero llegar es a hacer comprender a todos los que paséis por aquí, que la cosa más insignificante que se os pueda plantar por delante, la patología, o ya no patología, digámosle, la afección más banal, puede suponer un gran problema para esa persona; puede suponer una alteración de su estado de salud, no una salud evidenciable mediante parámetros fisiológicos o análisis bioquímicos, id más allá. No infravaloréis lo que no debe ser infravalorado, pues os perderéis pequeños detalles que pueden significar un mundo.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Y Panacea comenzó a contar su historia...

Llevaba ya varios meses planteándome hacer un Blog, ese diario virtual donde la gente cuenta sus experiencias, sus pensamientos, curiosidades, su dia a dia. Pero aunque la idea me llamaba la atención, a la vez me daba bastante respeto, y digo yo... ¿a quién puede interesarle tanto mi vida como para dedicarse a leer entradas en un diario personal 3 o 4 veces cada mes? ¿De dónde sacan los bloggeros que conozco tanto ingenio como para engancharme y leer cada una de sus entradas? Bah...paso paso, con lo que me viene encima, como para ponerme a contar mi vida y mis agobios en una página de internet... Pero lo cierto es que la idea me seguía atrayendo; ¿por qué no puedo ser yo igual de ingeniosa? ¿por qué no intentarlo al menos? Y aquí estoy, delante del PC intentando darle forma a esto tan nuevo para mí, mi blog.

Debo reconocer que me ha costado más encontrar un título que realmente reflejara el objetivo de este diario, que escribir esta primera entrada o ponerlo todo bonito, por así decirlo, con sus colores y sus cosas. Quería un nombre, no cualquier nombre. Entonces me planteé, ¿qué voy a escribir? ¿sobre qué? ¿por qué hago esto? Y así, entre una cosa y otra y con mucha ayuda de Internet (porque yo para las ideas soy bastante corta, la verdad) surgió "El Camino de Panacea". No quería usar mi nombre, no quería que el blog fuera mio exclusivamente, donde cada visitante se sintiera un intruso, como si estuviera leyendo un diario a escondidas. Quería usar un nombre que realmente dijese algo sobre el hilo conductor de este blog, el camino de una estudiante de medicina en su último año de carrera, con sus ganas, sus ilusiones, sus frustraciones, sus agobios, sus miedos, sus alegrías... Un camino que si no fuese tan duro, creo que no merecería la pena (o al menos, no tanto). Espero que todos los que seáis partícipes de este nuevo proyecto, hagáis el camino conmigo. Yo tengo ganas de hacerlo con vosotros.



Foto: Lo prometido es deuda ;) Gracias a mis twitteros Menelwencilla, josepuglia y RubenCatalanB  por sus consejos y opiniones. Jose, finalmente, le puse el nombre que quise, como bien vaticinaste... :)