Esta vez, y ya que voy dominando esto del blog (le voy cogiendo el gustillo, oye), quiero hablaros de algo que muchos conoceréis, aunque pocos padecen (afortunadamente), pero que a mí si que me ha tocado en esa lotería tan aleatoria y encomendada al azar a la que se someten los genes: la hiperhidrosis.
La hiperhidrosis no es más que la producción excesiva de sudor por parte de nuestras glándulas sudoríparas debido a un fallo en el sistema de regulación de éstas (sí, el famoso sistema nervioso simpático). Hasta aquí todos podréis pensar, "bueno, el sudor al fin y al cabo es un mecanismo más para regular la homeostasis o equilibrio interno del cuerpo, refrigerándolo". Si, estáis totalmente en lo cierto. El problema aparece cuando este equilibrio se rompe en alguna de sus partes debido a una excesiva producción del mismo, y no hablo solo del plano orgánico, sino más bien, del psíquico y social (al fin de cuentas la OMS sigue reconociendo las tres dimensiones como partes formadoras de la salud).
No se si entre los que leéis esto, habrá quien conozca a alguien afectado por ésta, a priori, banal afección (tampoco quiero llamarlo enfermedad o patología). Si es así, ya conoceréis un poco de qué va el tema; si no es así, estáis de suerte, acabáis de conocer a una que forma parte de ese 3% de la población que padece Hiperhidrosis Primaria (lo de suerte, lo digo con un tonito claramente irónico).
No os voy a contar mucho más acerca de la regulación neurohormonal en la producción de sudor ni tampoco voy a hablaros de las distintas patologías que pueden ocasionarlo (que gracias a Dios, creo que no padezco ninguna, por eso me englobo dentro de los casos de Hiperhidrosis Primaria). Lo que si os contaré es cómo vive alguien que día tras día y hora tras hora tiene sus manitas mojadas (los pies también, pero bueno, supongo que eso puede disimularse más fácilmente no usando sandalias de ningún tipo, ni zapatillas de tela, ni calzado que tenga algún componente sintético... ¿que qué me pongo entonces?...).
Bien, imagináos en vuestra labor diaria como médicos o estudiantes de medicina. Llegas al servicio donde te han tocado las prácticas o donde ejerces, estás un rato en el despacho hablando con los médicos y residentes, echándole un vistazo a las historias y et voilá, tus manitas empiezan a sudar, así, como quien no quiere la cosa y sin motivo aparente. Simplemente estás sentada leyendo historias clínicas. Entonces metes tu mano derecha en el bolsillo de tu bata y coges ese paquete de pañuelos que te acompaña a todos lados (no el mismo, evidentemente, cada día uno distinto, porque sí, gasto uno aproximadamente todos los días), sacas uno y secas tus manitas con disimulo, para que no te miren como un bicho raro (¿qué escrupulosa es esta chiquilla no? Y llega el momento de pasar planta, de ver a los pacientes. Acompañas a tu médico con el que ya llevas 2 semanas (es decir, el factor nervios ya ha dejado de influir) y te dispones a ver uno por uno cada paciente ingresado. Tu médico habla con el paciente, lo explora y a continuación emite la ya tan conocida frase: "venga, ahora tú". Es ahí, cuando surge el problema, cuando debes avisar al paciente de que tienes las manos muy frías (quitándole importancia, con una sonrisita en la cara), porque sino la contracción de abdomen es monumental, y un tanto mojadas (eso te lo callas, claro está). Aparece un sentimiento de vergüenza, bochorno y apuro por que le estás dejando la barriga al pobre hombre o la pobre mujer, un tanto...empapada. Gracias a Dios, la mayoría no dice nada...de momento.
Vale, hasta aquí algo que es molesto e incómodo, pero que no impide realizar una buena labor como médico. ¿Y si entramos a quirófano? ¿Sabéis lo que es quitarse un guante de quirófano totalmente encharcado por dentro? Si, si, cada uno de los deditos de goma con un charquito en su interior de aproximadamente 2 cms de altura (aún me acuerdo de las caras de mis compañeras en las prácticas de patología general de 3º cuando lo vieron). ¿Y si escribimos una historia clínica? Los que me conocéis me habréis podido ver escribir casi siempre con un folio doblado encima del folio limpio, para guarrear uno y no el otro (en los exámenes este truco no funciona, hay que tirar de pañuelos, siempre los pañuelos). Y fuera del hospital, ¿cómo os miran las/os abuelitas/os cuando vas sentado en el bus y ellos se montan? Con solo un cruce de miradas te hacen sentir tan mal que te levantas al instante para cederles tu asiento... pero, ¿y si al levantarte estuvieras poniendo en peligro tu propia integridad física porque agarrarte de forma segura a una de las barras es misión imposible? (ya imaginaréis el motivo, esa gotita de sudor que cae por tu muñeca y tu antebrazo y que t apresuras a secar lo más rápidamente posible; si caen gotitas, imaginad cómo está la mano). Conclusión, te quedas sentadita e intentas mostrar atención al paisaje, evitando cruzar la mirada con ancianitos deseosos de tu asiento, aunque te sientas una horrible persona tras haber pasado 4 horas sentada en un aula de medicina.
¿Anécdotas? Todas las que queráis y más todavía. Pero a lo que quiero llegar es a hacer comprender a todos los que paséis por aquí, que la cosa más insignificante que se os pueda plantar por delante, la patología, o ya no patología, digámosle, la afección más banal, puede suponer un gran problema para esa persona; puede suponer una alteración de su estado de salud, no una salud evidenciable mediante parámetros fisiológicos o análisis bioquímicos, id más allá. No infravaloréis lo que no debe ser infravalorado, pues os perderéis pequeños detalles que pueden significar un mundo.
4 comentarios:
Muy buena entrada, unas semanas más y empiezas a quitarle el puesto a los sanitarios de la blogosfera! :)
En serio, me ha encantado, sobre todo el final.
Muchísimas gracias! Quería empezar a darle un toque más acorde con el propósito del blog, y qué mejor manera de empezar que contando algo tan familiar para mí!
totalmnt de acuerdo con menelwen! aunq ya sabes q la solución pasa por cortarte las manos y ponerte unas biónicas a lo Da vinci para ser toda una cirujana de precisión xD
jaja pues mira, quizás eso me convierta en una distinguida cirujana, a lo Eduardo manostijeras jajaj. De momento, las manos no, pero el simpático fuera ya, ya, ya!
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